San Juan de Aragón

Historia
Los antecedentes se remontan al año 1435, cuando los
mexicas después de derrotar a los tepanecas de Azcapotzalco, fijan nuevos
límites a las tierras de los tlatelolcas permitiéndoles establecer en ellas sus
propios derechos de pesca. Poco más de dos siglos y medio tuvieron que pasar
para que los naturales de la parcialidad de Santiago Tlatelolco rentaran sus
tierras por primera vez, la primera persona en rentar dichas tierras es el
capitán de corazas Blas López de Aragón, oriundo de Sevilla, quien forma la Hacienda de Santa Anna,
una de las más antiguas del Valle de México, cercana a la Villa de Guadalupe y
colindante con el río de Guadalupe (hoy una avenida) hasta su desembocadura en
el lago de Texcoco.
Esta propiedad es de tipo mixto: se cultivaba y se
criaba ganado. El casco o casa principal estaba situado en lo que hoy es la
calzada de Guadalupe, a la altura de su cruce con la calle de Netzahualcóyotl,
y semejaba una fortaleza medieval. Con los años la hacienda cambia su nombre
por el pueblo de San Juan de Aragón que surge como sitio para que vivan los
trabajadores de la hacienda. Para ese entonces, a mediados del siglo XIX
existían 87 casas en torno al casco y 458 habitantes.
En el siglo XVIII al tomar gran importancia la “Villa
de Guadalupe”, por ser el lugar de toma de posesión de los virreyes, disminuyó
la importancia de la Hacienda de Aragón como punto de atracción económica para
los trabajadores, quienes preferían establecerse alrededor de la Villa. De esta
manera las rancherías crearon un pequeño pueblo cuyas actividades giraban en
torno a la Hacienda.
Festividades
Cada año, los habitantes de diversas partes ajenas o
no a las colonias y fraccionamientos que conforman la zona, recrean la famosa
batalla en la que el General Ignacio Zaragoza venció al ejército francés el 5
de mayo de 1862.
Los orígenes de esta fiesta datan de 1896. La
celebración del 5 de mayo se escenificaba en San Cristóbal Nexquipaya,
población aledaña al lago de Texcoco y perteneciente al Estado de México. En
aquel tiempo un grupo de pobladores de Aragón se dedicaba a la extracción de
sal, producto que comercializaban en Nexquipaya; al respecto, la familia de
mercaderes Manrique, llevaron a Nexquipaya esta sal para su venta, que al estar
en el poblado vieron la representación, y les gustó tanto que hicieron un
trueque: ofertaron la sal y les entregaron los diálogos. Emocionados,
regresaron a San Juan de Aragón y con sus amigos empiezan a analizar las formas
de cómo podrían escenificar esa batalla.
Estos señores modificaron los guiones nombrando al
libreto "Los Tratados de la Soledad", mismos que se prestaban a
muchachos de la comunidad para que siguieran relatando los artículos de cada
tratado. En ellos se representa al General Juan Prim y al General Manuel
Doblado, que en la obra son los que relatan los tratados. En la celebración
intervenían alrededor de 50 personas como máximo. Hasta 2001, se contabilizaron
más de 1,500 participantes, que con sus vestimentas conservan la costumbre, y
el público asistente rebasa los cinco mil.
La fiesta inicia el día 4 a las 2:30 p. m. con la
concentración de tropas en la explanada del pueblo dirigiéndose hacia el ejido
el pueblo, el día 5 empieza a las 6:00 a. m. con el izamiento de la bandera y
entre 9:00 y 10:00 de la mañana principia el recorrido por el pueblo para reunir
a las abanderadas que participarán en el desfile. Una vez reunidos los
contingentes, se realizan honores a Ignacio
Zaragoza y Benito Juárez, y
se hace una remembranza de lo que significó la batalla de Puebla.
Posteriormente inicia el desfile cívico por las calles del pueblo. Los
franceses desfilan y bailan al ritmo de la banda, y los zacapoaxtlas bailan y
cantan al compás de la chirimía. Es un momento festivo para todo el pueblo.
Durante el trayecto no deja de escucharse la música, cantos, gritos y
detonaciones.
Posteriormente, el clímax de la obra se presenta al
momento de resonar cañones de ambos bandos; después, al frente de cada
ejército, se enfrentan los generales y posteriormente las tropas. Se forman
grupos de diez contrincantes de cada bando y detonan sus armas simulando la
batalla. No deja de haber riesgos, por lo que las detonaciones deben cumplir
ciertas normas, como disparar hacia arriba y no acercarse a más de un metro del
adversario y después salir por los extremos. La intensidad y frecuencia de los
disparos se escuchan a cientos de metros. En el centro de la batalla la atmósfera
presenta una apariencia real de guerra; el humo y el olor de la pólvora, el
sonido de las detonaciones, la algarabía y la aglomeración de las tropas
representan con realismo una batalla. Con esta representación finaliza la
festividad. termina esta magna celebración el día 6 de mayo por la tarde
Año con año el domingo antes de comenzar la cuaresma,
se celebra en el Pueblo San Juan de Aragón uno de sus carnavales más
representativos dónde la gente se mofaba de la aristocracia, en los tiempos del
Maximato.
Los hacían de la siguiente manera: los hombres con
traje de catrín en color negro y máscaras de cera simulando la cara blanca y
barbas largas de los burgueses, así como hombres con vestidos largos, bailando
cuadrillas por las calles de la colonia. Actualmente también participan mujeres
y la vestimenta con el tiempo también se ha ido modificando, así como la música
ahora se pueden escuchar canciones modernas a ritmo de banda para amenizar aún
más esta fiesta.
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